martes, 2 de abril de 2013

En un pueblo que ya no existe


Inerte quedó en esa calle... tirados en el pavimento... mis manos tratando de aferrar el calor que se desprendía de su cuerpo... la ropa manchada de su savia escarlata...

La tristeza me hizo viajar, no para conocer nuevos sitios, sino para olvidar... dejar atrás la serie de eventos caóticos e inconexos que llamaba vida... andar sin rumbo... sin horizonte... sin esperanza... sin pensar en algún destino...

Fue así que llegué a aquel pueblo de desdicha, todo por un error, una vuelta donde no era, un camino inexistente a la razón... la pesadez de mi alma era tal que no me di cuenta... incluso ahora que lo recuerdo es que noto el detalle, todo era en blanco y negro, como estar en una película antigua... el tiempo se había detenido en aquel lugar, pero el ambiente apesadumbrado combinaba perfectamente con el color en escala de grises de mi aura...

La gente del pueblo me miraba extrañada al pasar, se veían nerviosos, como si no me quisieran allí... luego de varias vueltas por las polvorientas calles me detuve en una plaza para tomarme un trago, había un bar ubicado justo al frente de la misma... al bajar de mi automóvil noté inmediatamente que el viento no soplaba, pero sin embargo no hacía calor, era mas bien un frío seco... entré al bar y mi vida cambió para siempre… justo al ponerme al encuentro de unos intensos ojos azules, grises en realidad… por qué los recordaré de color?

La conexión de mi alma suicida con su espíritu atormentado creo campos magnéticos de atracción… Qué podía provocar tanto dolor en una criatura tan perfecta? A pesar de su corta edad denotaba mucha madurez y eso se hacía evidente en como conjugaba magistralmente la melodía sinfónica de las frases, lo que para el resto de los mortales eran sólo palabras…

La gente que me miraba recelosa con disimulo, pero que rehuía al encuentro de mis ojos, fueron los únicos testigos de cómo se nos fueron las horas en hablar… conocernos… enamorarnos… y perdernos…

Arreglé todo para quedarme esa noche en el único sitio que podía alojarme, curiosamente no habían posadas… no pensé en las pocas comodidades que tenía a mi disposición, ni en la notable inconformidad del dueño del establecimiento, el cansancio era la excusa… los tragos eran la excusa… la noche era la excusa… pero ella era la realidad… tenía que volver a verla.

Muy entrada la noche sentí golpes desesperados en mi puerta… al abrirla, luego de reponerme del sobresalto, me encuentro con aquellos ojos azules (grises) de sirena de los cielos… me sacó casi a empujones, venía con una pequeña maleta con sus pocas pertenencias terrenales… huíamos… escapábamos juntos… no me dio chance ni de buscar mis artículos personales, cuando miré a mi alrededor todo el pueblo venía con palos, antorchas y todo lo que tuvieran a la mano con la firme intención de detenernos… todo para evitar que nos fuéramos… quise ir en dirección de mi auto, pero me di cuenta que ardía en llamas…

- “A los límites del pueblo… si llegamos allí estaremos a salvo!”- grito la joven, tomándome del brazo y obligándonos a correr… con la multitud siempre atrás…

En mi espalda escuchaba la serie de insultos que proferían… debíamos correr y a la vez esquivar la lluvia de objetos y piedras que nos lanzaban… a 100 metros de distancia se divisaba claramente el final del pueblo, simplemente porque empezaba el color… 100 metros… 50… 20… 10… cuando por fin logramos pasar ella se frenó, yo intenté seguir huyendo pero ella me tomó fuerte del brazo impidiendo que avanzara… delicadamente me hizo voltear… lo que vi me dejó frío… todo el pueblo se había detenido justo al límite… nadie pasaba ni un centímetro de la pesadilla en escala de grises a la gama infinita de colores que nos arropaba a nosotros dos…

- “No pueden salir si quieren seguir viviendo para siempre”- me dijo con una sonrisa y una calma tal que parecía se hubiera quitado todo el peso del universo de encima… me tomó delicadamente de la mano, dimos media vuelta y comenzamos nuestro camino… fue cuando de repente escuché un ruido seco… sentí como se separaba de mi y caía al suelo… un poco más adelante rodaba una piedra de tonos grises con manchas rojas en ella… murió casi de manera instantánea…en mis brazos… sentados sobre el pavimento… cuando volteé a ver a la multitud, éstos caminaban lentamente en dirección contraria…

Ese lugar de pesadilla desapareció… lo último que supe fue que lo habían desalojado e inundado para convertirlo en una represa… dicen que en el verano se puede ver la torre de la iglesia sobresalir del agua… pero no es mi intención ir allá a averiguar si es verdad… me basta con saber que todo sucedió allí... en aquel pueblo que ya no existe... y que nunca fue...